La no Violencia es como un Sueño
- Las bandas criminales y el narcotráfico son actores principales en la generación de violencia, extorsión y secuestros en la región, especialmente en el Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras).
- El estancamiento del desarrollo económico, la pobreza persistente y la desigualdad social son factores clave que contribuyen al fenómeno de la violencia.
- La corrupción generalizada y la baja profesionalización de las fuerzas policiales y del sistema de justicia obstaculizan la lucha contra la violencia y la protección de los derechos humanos.
- Se necesitan programas integrales de prevención de la violencia, incluyendo la violencia juvenil, intrafamiliar y de género, así como la resolución de conflictos.
- Es crucial reconstruir y fortalecer el tejido asociativo y comunitario para abordar la exclusión social y crear alternativas a la violencia.
- Se debe exigir a los Estados que garanticen la rendición de cuentas, la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas, así como la protección de defensores de derechos humanos y la atención a migrantes y desplazados.
- La lucha contra la violencia es un proceso constante y a largo plazo que requiere un enfoque proactivo y no solo políticas represivas.
- Fomentar la coordinación e intercambio de información entre los países centroamericanos puede mejorar la búsqueda de personas desaparecidas y la adopción de políticas migratorias más humanas.
- Es una postura ética y política que se opone a toda forma de agresión y violencia, considerándola ineficaz y generadora de más conflicto.
- Propone la resistencia no violenta como una alternativa poderosa para lograr transformaciones sociales y políticas, basándose en la capacidad de la población para retirar el consentimiento a los poderes injustos.
- No solo se opone a la violencia física, sino también a las palabras denigrantes, los gestos despectivos y otras formas más sutiles de maltrato.
- Implica la construcción de una cultura de paz donde se garanticen los derechos humanos y se promueva el respeto.
- Para detener la violencia se necesitan políticas públicas que aborden la discriminación y la desigualdad, se refuercen los valores y se creen entornos seguros.
- Se debe promover la educación en tolerancia, comprensión y habilidades para la vida.
- Desafía los comportamientos inapropiados, como los comentarios sexistas o los gestos de acoso, y no toleres la violencia.
- Lucha por la igualdad de género y aborda las múltiples formas de discriminación.
- Muchos Buscan cómo erradicarla, ejem:
Violencias en Centroamérica
El Grupo de Trabajo CLACSO Violencias en Centroamérica se propone como objetivo general analizar el entramado de violencias que estructuran la vida social y política en la región centroamericana, a través de un diálogo entre disciplinas e investigadoras/es, que permita acercarse al fenómeno desde enfoques teóricos y metodológicos diversos.
Buscamos estudiar las diversas manifestaciones de la violencia a partir de su caracterización, historización y problematización y sus efectos en las subjetividades y en los procesos sociales, culturales, políticos y económicos de la región.
Puedes leer sobre esto en esta dirección electrónica: https://www.clacso.org/grupos-de-trabajo/
Introducción
Al hablar de la violencia debe hacerse una precisión muy importante desde el inicio: no estamos ante un instinto de orden biológico, ante un comportamiento natural, genético, que nos marca un camino ineludible. La violencia, en cualquiera de sus formas -dado que adquiere muy diversas manifestaciones- hay que entenderla como resultado de un complejo proceso de humanización, de socialización, donde la cría humana deviene uno más, adaptada a lo que se considera la normalidad dominante, siempre en una relación tensa y dinámica con otros dos grandes elementos: el conflicto y el poder.
La realidad humana, en términos histórico-sociales, no puede abordarse desde el concepto biológico de homeostasis (equilibrio). Nuestra condición en este campo está marcada por el conflicto, por la lucha, por la desavenencia. Ello es producto de la manera en que esa cría ingresa en el orden simbólico que la constituye como un ser humano, a partir de una tensión originaria que siempre podrá hacer ver al otro -además de compañero- como posible rival. En otros términos: no podemos considerar a la violencia como un elemento “maligno” en sí mismo, casi como una “esencia”, sino en una dialéctica y compleja relación con los otros elementos de la tríada: el conflicto y el poder, distintivos de lo humano.
Distintas miradas, en Occidente y en Oriente, en distintas cosmovisiones a lo largo de la historia, la conceptualizan como un elemento presente en nuestro devenir en tanto especie, adversándola o aceptándola resignadamente como parte constitutiva de nuestra condición, pero siempre dándole un lugar, no considerándola una rara anomalía. En cualquier latitud y en cualquier momento histórico, hay guerra, opresión, distintas formas de violencia. “La guerra («pólemos») es padre de todas las cosas”, dirá Heráclito en la antigüedad clásica de Grecia. “La historia es un altar sacrificial”, expresa Hegel, y Marx retoma esa idea agregando que “La violencia es la partera de la historia”.
En otros términos: es consustancial a la humano. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, rezaba un dicho romano. La violencia es la expresión más evidente -y descarnada, a veces sangrienta- de los eternos juegos de poder. Su presencia, no obstante, no puede aplaudirse ni glorificarse; en todo caso, debe oponérsele algo para mantenerla al nivel más bajo posible. He ahí la ley entonces, que organiza las sociedades. La ley, que no necesariamente es justa ni equitativa, que está formulada siempre desde una posición de poder (“Es lo que conviene al más fuerte” sentencia Trasímaco en la Grecia clásica, “Está hecha para y por los dominadores, y concede escasas prerrogativas a los dominados”, agrega Sigmund Freud en 1932), nos aleja del caos permitiendo la convivencia social. De todas maneras, la violencia de algún modo siempre se filtra, asumiendo distintas formas.
Más que escandalizarnos de la violencia -o, más precisamente dicho, de las violencias, dado que asumen muy distintas formas-, podemos/debemos encararlas con inteligencia para ver cómo se pueden desmontar, atemperar, buscar su procesamiento. Apuntar a un paraíso de paz y sosiego es un imposible, un camino inconducente; pero tampoco puede apostarse por el darwinismo social, por la apología del más fuerte, santificando la violencia y entronizando las jerarquías sociales como algo natural, o de carácter divino. Lo humano es siempre histórico, y las modalidades que han adquirido las violencias también lo son; por tanto, es pensable un mundo -o, para nuestro caso ahora: una región centroamericana– con índices de violencia más bajos, donde la vida no sea solo un desafío diario, sino que valga la pena vivirla.
Centroamérica: “países bananeros”
Quieres saber un poco mas leelo presionando sobre estas palabras:
¿Cómo cambiar todo esto de la violencia?
Revertir esa cultura ya instaurada en los imaginarios colectivos implica un muy fuerte y prolongado trabajo multifactorial. Deben ser los Estados, con políticas públicas sostenibles, los encargados de llevar adelante esos proyectos. Ello implica, como mínimo, un sustancial mejoramiento en las condiciones de vida de las poblaciones y un muy hondo cuestionamiento educativo-cultural, pensando en cambios que se verán no inmediatamente sino en las próximas generaciones.
¿Tiene Usted una buena idea para vivir en paz?
La Violencia solo engendra Violencia
Ciertos reinos y naciones
Nos han impuesto por las armas y el abuso de la fuerza y de la religión, sus ideas y creencias y hasta cómo y qué comer.< Piensa Localmente, Actúa Globalmente >
El programa No a la Violencia está hecho con el solo motivo de generar y realizar una vida llena de alegría y felicidad en esta vida y no para el futuro cercano y menos lejano
SI QUIERES SABER UN POCO MAS DE
COMO HACER CAMBIOS
SIN VIOLENCIA
Los amigos quakers que adoran a Dios en círculo de Asamblea
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